25.1.12

Te ves ahí, encerrado en tu pequeña y sucia prisión, con el corazón aferrado a ataúd viejo y empolvado, mordiendo de abocados el pan de hoy,bebiendo de a gotas el vino tan deseado. 
Sentís tu alma pertenecer a ese amo cruel e irreal, mientras sufriendo, te sentís agradecido. 
A tu inservible destino, le sumas el ser tan sumiso, tan silencioso y a la vez, increíblemente escandaloso. 
Ya hace demasiado comiste el queso de la ratonera, hace mucho que pisaste su trama, que te encerraste en vos, siempre sonriendo para el, siempre de buen humor, guardando tus angustias y melancolías, revolcándote eternamente en el lodo. 
Buscas el mínimo consuelo en esa oscura y siempre vacía botella, en ese polvo de placer y en la turbia sonrisa de esos monstruos que te rodean, alimentando el fuego de tu miseria.
Sin buscar la claridad seguís, seguís sin mirar, como un caballo, viendo solo lo que quieren que veas, sin libertad de dirección... y siempre volves a la jaula antes de dormir. 

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