Mil noches jugando al amor, rodando por el callejón, con los ojos en blanco y negro, y una astilla en el corazón.
Pies cansados de tanto andas en calles de lodo y azafrán y miles de lagrimas derramadas por amores baratos.
Un instante de paz que valga todo y nada, un momento de calma en esa eterna tempestad, inocua e intoxicante.
La mano que te salve, el sueño que te sueñe, el amor que te ame y la libertad que te atrape.
Como mosca volviste a caer en la trampa, agonizando otra vez, llorando miseria sin nadie que crea tus penas, ni nadie que llore a tu lado.
Volviste a mentir, volviste a traicionar, volviste (siempre) a perder, por tu propia decisión, por tu propia voluntad... volviste a rodar en el chiquero que te autocreas, para ser eso, siempre el cerdo (que es más fácil!)
Y volviste a engatusar, volviste a herir y traicionar... Pero esta vez te quedaste con tu locura, y, esta vez, perdiste vos.
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