23.3.12

Las ultimas aventuras se escapaban delante de mi nariz, y solo supe correrlas.
Agotada y angustiada, perseguí ilusiones vanas y oscuras.
Rodeada de perros feroces, y sus afilados colmillos.
Un paso en falso, podría conducirme al infierno; pero un paso solo es eso, un paso.
Pequeñas partes de la hoguera de la vida, cruel enceguecedora.
Victorias, derrotas.
Derrotas, victorias.
Marcas a fuego en sacos de piel que lloran, aferrando sus últimos minutos
al Dios en el que nunca creyeron.
Sus cansados ojos lloran sangre y mil, crean e alimento de esos crueles ángeles morbosos, 
que un día cayeron en picada mortal, como nosotros.
Frios, helados, helados en el medio del ardor del inframundo.
Y me aspiran. Y aspiro.
Aspiro su magia y su locura, para ser solo eso,
un helado ángel, en un hirviente infierno...

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